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Según nos cuenta su hijo, Andrés Hernández Díaz de Espada, la familia Hernández en los primeros meses de la Guerra se mudó de Madrid a Valencia, en esta ciudad Julio fue el primer director de la Escuela para Obreros; el día que tomó posesión de cargo Antonio Machado recitó un poema dedicado a García Lorca. En 1941 estando en París (en Les Lilas) sufrieron los contantes bombardeos de los alemanes; Julio se enroló en las fuerzas francesas del interior y Andrés junto a su madre (Juana Díaz de Espada y González de Mendigi) y su hermano se fueron a vivir a la casa de una amiga de la familia, que se había marchado con un brigadista internacional del que se había enamorado, en esta casa que era como una especie de castillo estuvieron algún tiempo. Posteriormente regresaron a España más específicamente a Vitoria a la casa de los abuelos maternos, en esa ciudad su madre se puso a trabajar en el rubro del corte y la confección, estuvieron ahí hasta que se liberó el Sur de Francia volviendo a exiliarse hacia 1943. En Francia permanecieron hasta 1950 para establecerse luego en Argentina. Varios fueron los motivos que los llevaron a abandonar Francia: en primer lugar el reconocimiento por parte de las Naciones Unidas de la España Franquista pero también que frente a la Guerra Fría, suponiendo que iba a tener lugar o que se iba a desarrollar otra guerra mundial, su madre temió que sus dos hijos en edad de ir al frente fueran movilizados. Por tales razones eligieron un país más pacífico y es entonces cuando se exilian en Argentina; su padre se desempeñó en este último país como profesor, vicerrector y rector interino de la Universidad del Sur hasta su jubilación.
La historia de Andrés fue recogida junto a la de otros niños de la Guerra por la periodista Diana Fernández Irusta en el artículo del diario La Nación "Aún Testigos", que recibió el premio Rey de España disponible en el siguiente enlace:
http://www.lanacion.com.ar/1198334-aun-testigos